La figura de Constantino el Grande suele estar asociada a la del impulsor del cristianismo o como algunos lo llaman el “Gran Padre de la Iglesia”, quedando en un segundo plano su importante labor política como emperador de los romanos desde el 25 de julio del 306 D.C hasta su muerte en 337.
Según el periodista Francisco Bañados “Constantino el Grande era un hombre de características bien particulares con un carácter totalitario que se fue manifestando a medida que empezó a ganar poder y se vio envuelto en conflictos internos que terminaron con la caída de Majencio en Roma, comenzando así su verdadero gobierno efectivo no solo en oriente sino también en occidente”. Añadiendo que entre sus mayores hazañas se destaca que estableciera Constantinopla como la capital del Imperio, articulando así una posibilidad real de aprovechar este cambio de manera política.