Cuando Verónica Riquelme tenía 26 años, su mejor amiga, Bernardita Serrano, falleció de un cáncer invasor que, a pesar de su buena situación económica, no logró superar con ningún tratamiento. Para Verónica esto fue un golpe muy duro que la llevó a querer realizar una labor que trascienda, fue allí cuando creó el hogar de niños en honor a su amiga. Hoy la institución cuenta con 22 niños que viven en el hogar, con los cuales se trabaja para que puedan volver a sus núcleos familiares o bien, sean adoptados.