Como reza el adagio popular, “somos lo que comemos”: los alimentos que elegimos son el nutriente y el combustible para nuestro organismo, y su calidad afecta no solo nuestros cuerpos sino también nuestras mentes, la manera en la que envejecemos, la energía con la que enfrentamos cada día y el estado general de nuestra salud.
De acuerdo con los expertos, se considera una alimentación saludable aquella que cuenta con los nutrientes necesarios para cada día, con un contenido bajo de grasas saturadas, sodio y colesterol y un contenido elevado de fibras y grasas esenciales (ácidos grasos omega 3 y omega 6).
La manera más sencilla de mejorar nuestra alimentación es elegir alimentos no procesados, como frutas, verduras, legumbres y proteínas, y reducir nuestro consumo de alimentos procesados y ultraprocesados, es decir, aquellos que contienen más ingredientes de los esenciales, como las bebidas y cereales azucarados, la comida rápida y en general los alimentos empacados con más de cinco ingredientes en la etiqueta.
Alimentarse de manera saludable no solo tiene una incidencia directa en el sobrepeso y la apariencia de nuestro cuerpo, sino que implica beneficios mucho más profundos en nuestra salud. Para comenzar, una alimentación balanceada y sana influye directamente en el estado de nuestra mente, ayudándonos a concentrarnos, a tener un estado de ánimo más equilibrado e incluso a contribuir con el tratamiento de condiciones como la depresión y la ansiedad. Del mismo modo, contribuye a regular el sueño, combatiendo el insomnio y la fatiga.
Por otra parte, y no menos importante, una alimentación saludable mejora el estado general y la capacidad de reacción de nuestro sistema inmunológico, ayudándonos a combatir infecciones y alergias. Llevar una dieta que contenga suficientes grasas saludables y que sea baja en grasas saturadas mantiene bajo control el colesterol y la glucosa, factores que inciden en la salud cardiovascular y en las posibilidades de contraer diabetes tipo 2. Así, una dieta rica en frutas, verduras y ácidos grasos omega 3 y 6 ayuda a mantener la salud del corazón, a controlar la tensión arterial y a evitar enfermedades cardiovasculares.
Según diversos estudios, llevar una alimentación saludable incide también positivamente en otros hábitos, y las personas que se alimentan bien tienen menos estrés, menos probabilidades de llevar una vida sedentaria y de adquirir otros hábitos poco saludables como fumar o consumir alcohol en exceso.
Es cierto que alimentarse de manera sana y balanceada requiere un cierto grado de planificación, pero los beneficios que ofrece justifican la pequeña dosis de esfuerzo adicional. Un buen comienzo puede ser planificar nuestras comidas con anticipación, lo que nos puede ayudar a la hora de tener una lista de la compra que incluya todos los alimentos que necesitamos.
También es posible apoyarnos en servicios ofrecidos por compañías que se dedican al rubro de la alimentación saludable, lo que cada vez más se está convirtiendo en una tendencia de consumo. Así, por ejemplo, compañías como Fork, que entrega a domicilio platillos saludables a través de PedidosYa, facilitan el acceso a una alimentación más balanceada incluso cuando tenemos un día atareado y no hemos tenido tiempo de ocuparnos de preparar nuestra comida. Muchas de estas empresas cuentan con opciones para diversas preferencias y necesidades alimentarias, como platillos vegetarianos o sin gluten, y ofrecen la información necesaria para que podamos tomar las mejores decisiones.