Centro de Investigación Bioforest de ARAUCO: el impacto del bosque como solución ambiental
20 de Septiembre 2022 | Publicado por: Contenido Externo
Garantizar la sostenibilidad de los recursos a largo plazo, es uno de los propósitos de Bioforest, centro de investigación de ARAUCO que, hace 14 años, estudia y monitorea el comportamiento hidrológico de las masas forestales en cuencas de diferentes regiones del país.
De acuerdo con un estudio realizado por Bioforest, los bosques y plantaciones forestales han demostrado ser una importante solución ambiental para proteger a los suelos no solo de la exposición a la erosión, la radiación y los vientos, sino también al efecto de las precipitaciones, favoreciendo la infiltración hacia las napas subterráneas y la calidad del agua.
Luego de 13 años de sequía, donde las precitaciones han bajado entre un 10% y un 30% en los últimos 30 años, finalmente en julio de este año la Dirección Meteorológica de Chile pudo entregar un balance positivo de los niveles de precipitaciones acumuladas en comparación con las cifras de 2021. No obstante, la crisis hídrica que sufre nuestro país es una condición que aún está lejos de superarse.
Bajo este contexto de incertidumbre e inquietud que genera la escasez de agua, el centro de investigación de ARAUCO, Bioforest, inició hace años la investigación y monitoreo del efecto que podrían tener las plantaciones y bosques nativos en la producción de agua, observando su efecto en la cantidad y calidad de este recurso, su influencia en las napas subterráneas y su relación con el cambio climático, entre otros temas.
El estudio, que comenzó en 2008, considera el monitoreo de 16 cuencas ubicadas en diferentes regiones de Chile, especialmente donde la empresa tiene operaciones. Dentro del patrimonio de ARAUCO existen cerca de 1.200 bocatomas, de las cuales el 87% son superficiales y 13% subterráneas, que abastecen a 590 mil personas.
La medición intenta cubrir entre Constitución y Valdivia, con el propósito de obtener una amplia variabilidad del comportamiento de la precipitación, que va entre 700 a 2.000 mm anuales. “Con el objetivo de aislar los efectos que influyen en las cuencas y los tipos de uso, se utilizan cuencas pareadas y de tamaño reducido de entre 18 y 112 ha. Aquí, podemos estudiar el efecto que tiene cambiar el uso de suelo incluyendo plantaciones forestales y otros usos sobre los caudales, principalmente”, explica Francisco Balocchi, investigador Pleno de Bioforest.
Si bien se trata de estudios de largo plazo, considerando que una plantación de pino tarda cerca de 22 años en crecer, este trabajo le permite a ARAUCO tomar decisiones basadas en datos científicos. “Generalmente, las empresas externalizan este tipo de investigaciones pero, en nuestro caso, Bioforest actúa como un ente consultor. Tratamos de que todos nuestros proyectos estén apoyados por universidades, es decir, que sean validados por la academia y que, además, esto se traduzca en publicaciones científicas”, señala Balocchi, quien es especialista en Hidrología y Recursos Hídricos.
Todo esto se transforma en una contribución relevante, considerando el bajo presupuesto que el Estado dedica al financiamiento de actividades de I+D, donde Chile destina un 0,38% de su PIB a la ciencia y tecnología, porcentaje que cae a un 0,0025% cuando se trata de estudios relativos al agua, según cifras del Comité Chileno para el Programa Hidrológico Internacional de la Unesco.
Paisajes Sustentables
El mencionado estudio concluye que los bosques y plantaciones forestales han demostrado ser una importante solución ambiental de protección a los suelos frente a la exposición a la erosión, la radiación y los vientos, así como también al efecto de las precipitaciones, favoreciendo la infiltración hacia las napas subterráneas y la calidad del agua.
En el libro “Antecedentes de la relación masa forestal y disponibilidad hídrica de Chile”, publicado por la UNESCO y donde participan académicos de las universidades de Talca, de Chile, Concepción, Austral de Chile y de Arizona (EE.UU.), se sostiene que las masas forestales proveen servicios ecosistémicos que estarían relacionados al mantenimiento de la calidad del recurso hídrico. Esto sería posible, “por una parte, porque por medio de las raíces son capaces de capturar los nutrientes excedentes de las actividades humanas y de fenómenos naturales. Y, por otra, porque constituyen una barrera efectiva para la retención de sedimentos en zonas altas, disminuyendo la incorporación de partículas de suelo en el agua y evitando una reducción importante del oxígeno disuelto, favoreciendo la conservación de peces y otros organismos acuáticos”, explican los expertos.
Dentro de esta misma línea de investigación, también se ha comparado el uso de agua de eucaliptos, pinos y bosques nativos, determinando que no existen diferencias abismales entre las distintas especies, lo que está muy en sintonía con que el problema de escasez en Chile, que se explica por problemas de gestión y la evidente falta de precipitaciones. A su vez, las diferencias entre especies dependen también del clima, la latitud, la edad del árbol y el tipo de suelo, entre otros, explican los especialistas respecto de la contribución de plantaciones y bosque nativo.
La discusión actual, explica el investigador de Bioforest, no es si debemos reemplazar las plantaciones forestales por bosques nativos, sino saber dónde, cuándo y cómo una determinada especie o la mezcla de estas tienen el mayor impacto ambiental. Se trata de pensar en paisajes más sustentables, donde se logre, de manera armónica, una provisión de agua, madera y otros servicios ecosistémicos como la captura de carbono o el hábitat para especies en peligro, y potenciar el rol que tiene la naturaleza y, en específico, las masas forestales en el ciclo hidrológico, en términos de sustentabilidad de ecosistemas y para mitigar los efectos del cambio climático, capturando el carbono de la atmósfera.
Generando sinergias con impacto social
Independiente de la actividad forestal, existen factores que tienen un impacto directo en la escasez hídrica, como el cambio y la variabilidad climática asociado a la disminución de las precipitaciones, la sobreexplotación de los recursos hídricos y, principalmente, la falta de gestión, especialmente en zonas de secano que se caracterizan por las bajas precipitaciones, y el aumento de la demanda, que se triplicó con el crecimiento del PIB. En muchos lugares de la macrozona forestal la escasez no se debe a la falta de agua, sino al déficit o mala calidad de la infraestructura de abastecimiento de algunas comunidades.
En este contexto, ARAUCO decidió enfocar sus esfuerzos en mejorar la disponibilidad hídrica de algunas zonas rurales vecinas que no contaban con un buen acceso, contribuyendo a mejorar su calidad de vida. “Nos sentimos convocados a ser parte de la solución”, comenta el jefe de Gestión de Recursos Hídricos de la Gerencia de Patrimonio de ARAUCO, Francisco Oyarce.
Así nació el programa “Desafío Agua”, que comenzó a implementarse hace siete años y que pone al servicio de las comunidades la ejecución de estudios y obras hidráulicas, como parte de una serie de herramientas que incluyen el apoyo de sus profesionales y de Bioforest para acelerar el desarrollo de los proyectos requeridos por la comunidad.
“Hacer un proyecto de agua potable requiere entender y mapear procesos, conectando la necesidad de la comunidad con especialistas y fondos para inversión. Hoy, nuestro capital principal es haber logrado generar internamente un conocimiento muy valioso sobre la gestión de este tipo de proyectos, lo que nos permite reconocer qué piezas claves podemos aportar en cada caso y, a su vez, facilitar o acelerar el levantamiento de financiamiento público o gestiones complejas como la de inscribir derechos de agua, entre otros. También diseñamos obras y/o capacitamos a los vecinos para que puedan implementar sus propias soluciones”, explica Oyarce.
Actualmente, el programa ha estado presente en 35 comunas, en las zonas del Maule, Ñuble, Biobío, La Araucanía y Los Ríos, y ha beneficiado a más de 38 mil personas, a través de proyectos de diferente tamaño y envergadura. Una muestra concreta del impacto y valor que tiene el trabajo colaborativo, el poder generar sinergias entre autoridades, fundaciones, ONGs, y entidades del sector público y privado bajo un propósito común, que es mejorar la calidad de vida de las personas de nuestro país.