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Se busca: UdeC inicia campaña para encontrar a la "hermana perdida" de la Ranita de Darwin

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Fotografía: GBIF.
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Los colegios ubicados en la ribera norte del río Biobío – en Concepción, Chiguayante y Hualqui- son el foco de una campaña de ciencia ciudadana impulsada por el Laboratorio de Herpetología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas de la Universidad de Concepción. El objetivo es ambicioso: encontrar a la «hermana perdida» de la famosa Ranita de Darwin, una especie que no ha sido vista desde 1981 y cuyo último avistamiento se registró en esta región.

Rhinoderma rufum es el nombre científico de esta especie, conocida también como ranita de Darwin del Norte o sapito vaquero, por sus vocalizaciones que recuerdan a los silbidos usados por los crianceros para llamar a sus animales.

Con el llamado “se busca”, en un cartel que recuerda la estética de los carteles del viejo oeste, los investigadores UdeC invitarán a la comunidad estudiantil a investigar la posible presencia de este anfibio en la región. La recompensa, reza el afiche, “es invaluable para la naturaleza”.

La campaña partirá en octubre, con los primeros contactos en los establecimientos que están en la zona de interés, abriendo la invitación para las y los escolares que quieran colaborar con la búsqueda.

“Pensamos que la mejor forma de obtener información, si es que Rhinoderma rufum aún existe, es a través de las escuelas y colegios. Son los niños los que más andan en las áreas naturales o jugando en el campo, entonces alguno tal vez ha visto o podría ver a esta ranita”, dice el Director del Laboratorio y académico del Departamento de Zoología, Juan Carlos Ortiz.

La idea es que cualquier avistamiento atribuible a la hermana de Rhinoderma darwinii se comunique al Departamento de Zoología (al fono 412204157), de modo que sus expertos puedan corroborar la información en terreno.

Ante la eventualidad de encontrar algún individuo, las personas deben tener claro que la ranita -lo mismo que cualquier otro anfibio- nunca debe ser manipulada, advierte el Dr. Ortiz. “Es importante no tomarla, no cazarla y, ojalá, fotografiarla, y comunicarse con nosotros. En el fondo, solo hay que observarla, evitar cualquier manipulación u otra acción que pueda dañarla y definir claramente el lugar donde fue vista”, señala  el herpetólogo y especialista en Manejo y Conservación de Fauna.

Aunque se trata de un objetivo difícil, el académico está esperanzado en los resultados que podría arrojar esta campaña, que se suma a varios esfuerzos anteriores por localizar a esta ranita que está clasificada como especie en peligro crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Esto quiere decir que se enfrenta un riesgo extremadamente alto de extinción en estado de vida silvestre.

Ortiz piensa que las mayores probabilidades de encontrar al sapito vaquero están aquí, en la ribera norte del río Biobío, porque aún quedan retazos de vegetación nativa.

“Si avanzamos hacia el norte las probabilidades son menores, porque hay menos áreas con vegetación nativa y también por la modificación de los hábitats por la actividad agrícola y forestal, y por el cambio climático, en el sentido en que es más seco de lo que era antes”, explica.

Las ranitas de Darwin

La Ranita de Darwin debe su nombre al naturalista inglés Charles Darwin, quien la descubrió en el archipiélago de Chiloé en diciembre de 1834, en su paso por el país en el marco de la expedición científica con que recorrió América y Oceanía a bordo del Beagle.

Las muestras recogidas por Darwin fueron enviadas a Reino Unido y de allí a Francia, donde el pequeño anfibio -de no más de tres centímetros- fue descrito y nombrado por André Duméril y Gabriel Bibron en 1841.

Así nace el género Rhinoderma (de Rhino, nariz, y derma, piel), nombre que se debe a la prolongación nasal característica de la ranita- con una sola especie.

En 1902 Rodulfo Amando Philippi describió la especie Heminectes Rufus, a partir de un ejemplar encontrado en Vichuquén, que fue considerada por muchos años como una probable forma local de Rhinoderma darwinii, demostrando la similitud de ambas especies.

En 1975, Ramón Formas y sus colaboradores determinaron que el género Heminectes se correspondía con el de Rhinoderma, de modo que desde esa fecha se considera que éste tiene dos especies – rufum y darwinii – con una distribución bien definida.

La Ranita de Darwin del norte (Rhinoderma rufum) se localizaba históricamente entre Zapallar (en la región de Valparaíso) hasta Ramadillas (Región del Biobío) y es endémica de Chile (solo existe en nuestro país).

Su hermana del sur (Rhinoderma darwinii) vive entre Concepción y Aysén, y también en un área de los andes argentinos, en las provincias de Río Negro y Neuquén.

Cuidado parental

Además de una nariz respingada, las ranitas de Darwin comparten una forma de cuidado parental, único entre los anfibios: son los machos los que se ocupan de la crianza.

Ellos recogen los huevos puestos por la hembra desde el suelo, luego de ser fecundados, y los portan en su saco vocal, que es donde ocurre la metamorfosis.

Pero hay diferencias en el desarrollo embrionario. La ranita del norte libera a sus crías al medio terrestre cuando están completamente formadas; mientras que su hermana las expulsa aún en estado larvario, por lo que deben completar su desarrollo en el agua.

También presentan diferencias morfológicas como la presencia de una membrana interdigital en las extremidades inferiores, que aparece más desarrollada en R. rufum, y en la forma de los dedos, que son más gruesos en darwinii, entre otras.

El Dr. Ortiz señala que algunos investigadores consideran que existen diferencias sutiles entre ellas y otros que creen que éstas no son significativas; un tema que, en su opinión, requiere de análisis que no se han hecho, como pruebas de biología molecular, “pero -dice- para eso sería ideal tener muestras frescas”.

La campaña de la UdeC es también un aporte a los objetivos de la Estrategia Binacional de Conservación de las Ranitas de Darwin que nació de un encuentro realizado en Chile en septiembre de 2017, impulsado por el Grupo de Especialistas de Anfibios de la UICN y patrocinado por el Ministerio del Medio Ambiente de Chile, del que participaron expertos chilenos y argentinos, entre ellos investigadores de la UdeC.

Dentro de las principales metas de esta estrategia están contar, hacia 2028, con toda la información clave sobre diversos aspectos de la biología y el estado de las poblaciones del género Rhinoderma y la reducción de los factores que amenazan la vida de sus dos especies.

Juan Carlos Ortiz adelanta que en enero de 2025 se llevará a cabo en la UdeC un taller con especialistas nacionales y extranjeros con el fin de elaborar un protocolo de protección para Rhinoderma rufum, en la eventualidad de que sea encontrada.

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