En el marco del primer Ciclo de Charlas CRHIAM 2025, la profesional de Achipia, Constanza Avello Lefno, abordó la posibilidad de usar aguas grises para el riego de hortalizas, una práctica que podría ayudar a enfrentar la crisis hídrica, pero que en Chile aún no está permitida por ley. Países como los miembros de la Unión Europea ya permiten este uso, aunque bajo estrictas normas sanitarias.
Las aguas grises, provenientes de duchas, lavamanos o cocinas, pueden contener grasas, materia orgánica y residuos que favorecen la aparición de microorganismos peligrosos. Por ello, Avello advirtió que se requieren tratamientos adecuados como humedales artificiales, luz ultravioleta, ozono o riego tecnificado, para evitar el contacto directo con los alimentos.
“Estamos frente a un escenario crítico por el cambio climático, que ha alterado los patrones de precipitación, impactando especialmente la producción agrícola”, explicó Avello, agregando que Achipia elaboró una evaluación de riesgo microbiológico cuantitativa, enfocada en el cultivo de lechuga, por su consumo en crudo y rápida cosecha.
Un dato revelador es que, mientras en Chile se miden coliformes fecales, en Europa se exige detectar Escherichia coli, un indicador más preciso de contaminación. Esta diferencia refleja los desafíos regulatorios que enfrenta el país para avanzar en la reutilización segura del agua.
La experta también destacó la necesidad de educar a los pequeños productores en buenas prácticas domésticas: filtrar residuos de comida, evitar que aceites o jugos de carne ingresen al sistema, y aplicar tecnologías apropiadas para el tratamiento de aguas grises.
Como reflexión, Avello cuestionó que en Chile se permita usar aguas superficiales contaminadas para riego, pero no aguas grises adecuadamente tratadas. “Esto nos impulsa a generar un documento técnico que oriente una reutilización segura, eficiente y sustentable del recurso hídrico”, concluyó.
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